La Gracia: ¿Licencia para pecar?
Extracto del libro:
“El Camino, La Verdad y La Vida – Vol.2 Verdaderamente libres”.
By Pr. Luis Urbina Reyes
“Cuando Max vio el espectacular regalo que el padre de Charles (su mejor amigo) le entregó por haberse graduado, no dudó en querer conducirlo. El padre de su mejor amigo, al fin le había regalado el prometido Porsche 718 Cayman, por lo que salir a comprobar su potencia de 300 CV a 6.500 rpm era la tentación más irresistible del momento.
Cuando Max se subió al vehículo y se dio cuenta que el Porshe de su amigo aceleró de 0 a 100 km/h en tan solo seis segundos, su adrenalina lo llevó a la Interestatal 305 de California. Al ver la ruta despejada, quiso exigir toda la potencia del motor del Porshe.
¡Wow!, la sensación de extrema velocidad era increíble, adictiva y adrenalínica. Max gritaba sin parar “¡oh yeeees yeeeahhhh!”, mientras todo su cuerpo se escalofriaba por tan indescriptible sensación.
De repente, su cuerpo se tornó frío, cuando a medio kilómetro de distancia divisa a una patrulla policial dándole señales de alto. Suelta el acelerador y comienza el atemorizado descenso de velocidad, sin dudas, algún radar detector de velocidad lo capturó infraganti.
El oficial le exige la documentación y hace el levantamiento pertinente; al hallarle culpable de varias faltas, se dispuso a imponer la multa por delito federal, omisión de uso de cinturón de seguridad y uso excesivo de velocidad: $5.000,00 de multa y 3 días de prisión.
¡Santos Cielos!, quizás pudiera pagar si tuviera una familia adinerada como la de su amigo, pero no, Max era un muchacho común, incapaz de reunir tanto dinero y sin la suficiente valentía como para estar confinado en prisión por tres días.
Mientras Max rogaba por el perdón de su falta, el oficial de policía no encontraba manera alguna de eximirlo de culpa. Hacerse de la vista gorda podría ser una salida, pero ya el radar había enviado la novedad al departamento policial, en la que registró un vehículo Porshe 718 Cayman viajando a 210 km/h en la Interestatal 305 de California, donde el oficial cubría su guardia. El límite de velocidad en esa ruta es de 80km/h.
La ley encontró culpable a Max, y no hay forma alguna de evadir la responsabilidad. Max lloraba, clamaba, se arrodillaba, se comprometía con el oficial, intentaba a cualquier precio ser libre de la culpa, pero nada había por hacer, el oficial no podía hacer más que emitir la boleta. La ley había sido violada, y no se encontraba solución alguna.
Ver a Max quebrado y con su rostro palidecido movió el corazón del oficial. “¿Cómo puedo hacer para ayudarte?” El oficial de policía tomó una decisión inimaginable. “¡Max, tranquilízate!, No debo hacer esto, no hay razón alguna que me obligue a hacerlo, pero tengo tal compasión por ti que te voy a dejar ir y yo pagaré tu deuda”- le dijo.
El oficial levantó un acta y decidió pagar los $5.000, precio muy alto para él, pero de alguna manera la misericordia inusual que sintió por Max le hizo despojarse de sus ahorros. No conforme con eso, indicó en el expediente que era él quien conducía el Porshe y por tal razón, la falta la había cometido él. La ley fue inclemente con el oficial de policía y le despojó de los $5.000 confinándolo por 3 días en la prisión.
Después de leer esta historia, ¿Cómo cree usted que reaccionó Max? Para ilustrarle la posible reacción quiero plantearle dos opciones:
A.- Max tomó un puñado de tierra y lo arrojó al rostro del oficial de policía, escupiendo su rostro y gritándole: “¡Eres un tonto, y te estafé!”, posteriormente sube al Porshe y pisa el acelerador para seguir desarrollando la potencia del motor y conducir a más de 200 km/h en lugar de 80 km/h.
B.- Max se siente profundamente agradecido con el oficial de policía, se sube al Porshe, ata su cinturón de seguridad, conduce a velocidad de 60 km/h y crea un vínculo con el oficial, visitándole en la prisión y estableciendo una nueva relación de amistad.
No sé si usted está de acuerdo conmigo, pero creo que la opción B, es la reacción que Max tendrá si ha entendido el sacrificio que está haciendo el oficial de policía por él. La acción del oficial de policía mudará el corazón de Max.
El deseo de experimentar la extrema velocidad seguirá en Max, pero algo extraño ocurre en su corazón, una ley superior a la señalización de tránsito gobierna su actitud, es la ley del corazón.
La ley externa (la señal que indica 80 km/h) no produce en Max otra cosa que querer sobrepasar ese límite, pero la ley del corazón le hace recordar al oficial de policía y lo ayuda a actuar de la manera correcta.
¿Es importante la señalización? Indudablemente que sí, para el transgresor, pero para quien ha tenido un encuentro con el Dios de gracia, NO, porque ahora otra ley gobierna su corazón.
Amigos, la conclusión de toda esta historia es una sola: “La gracia te lleva a no pecar mientras que la ley te estimula a hacerlo”. Si esto es verdad con un ejemplo de la Vida cotidiana, no te imaginas la certeza de esta verdad cuando experimentas la poderosa gracia de Dios.
Romanos 6:14.
“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”.
Pastor Luis Urbina Reyes
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